Comentario a “la defensa de los medios” que hizo el periodista Carlos Loret de Mola a través de su columna de opinión en el diario El Universal.
El periodista Loret divide las críticas recibidas a los medios televisivos, entre las de “contenido” y las de “tono”. Centra su defensa en las de “contenido”, pues en las de “tono”, es “muy difícil de trazar líneas comunes”. Y prácticamente nos dice en su argumento que en materia de “tono” periodístico, en la oferta mediática televisiva hay para todos los gustos. Hay quienes gustan de aquellos que informan de manera seria y sobria; y los hay quienes prefieren a aquellos periodistas que muestran sus “sentimientos”.
En el tema del “contenido”, acepto el argumento que no hubo mala intención, ni manipulación, ni invención mal intencionada por parte de Noticieros Televisa ni de las fuentes oficiales. Me voy a centrar en lo que llama Loret de Mola el “tono” informativo.
El fenómeno de desinformación que sucedió luego del pasado sismo del 19 de septiembre de este año, retrata con claridad lo mejor y lo peor de las nuevas tecnologías de la comunicación, como en el caso de “Frida Sofía”, que durante más 24 horas mantuvo en vilo a millones de mexicanos y de personas de otros países, esperando su falso rescate de la escuela Enrique Rébsamen.
Creo que en estos casos influye de manera clara la manera en que hoy se maneja la información periodística, especialmente en el caso de la televisión y claro está, en la moderna comunicación a través de la web.
Y una de las características de la “información” hoy es la búsqueda de la “espectacularización” de la noticia, hacerla estridente, escandalosa, que retrate pasiones, humores; hacer de la información periodística, una especie de reality show. El programa “Laura de América” que durante mucho tiempo mantuvo al aire Televisa, es el más extremo, triste y deleznable ejemplo, de este tipo de tono en el “periodismo”.
Sin duda Televisa, siendo la empresa más antigua, tradicional y poderosa de comunicación, encabeza esta tendencia. Pero no es la única, TV Azteca (de hecho esta lo hace de peor manera), Imagen y demás emisoras privadas de noticias, e incluso los canales oficiales como el once del IPN o el 14 de la SEP, también gustan de buscar hacer este periodismo y lo mismo se vieron envueltas en esta vorágine “informativa”, que como ya se vio a veces resulta en lo contrario: desinformativa.
Y qué mejor qué para buscar este efecto que la espectacularidad de un fenómeno de la naturaleza como es un sismo y un rescate de una persona, y si esta persona es una niña pues simplemente este hecho se convierte en un verdadero manjar para esta noticia-espectáculo que hoy inunda las pantallas.
La información periodística que se puede dar a conocer en tiempo real, ha significado una revolución en la comunicación humana, desde la invención y desarrollo de la radio, pasando por la televisión y ahora el internet. La posibilidad de poder ver en “vivo” lo que está sucediendo prácticamente en cualquier parte del mundo, es una proeza de la comunicación contemporánea. Sin embargo la posibilidad de lograr esto, conlleva también el riesgo de improvisación en temas de información y la falta de análisis, jerarquización y organización en general de los contenidos informativos, para hacerlos claros, razonados y efectivos.
Los que trabajamos en la redacción de un informativo impreso en papel (el tradicional periódico o diario), teníamos la posibilidad de digerir con cierta capacidad y tiempo de análisis las noticias que debíamos publicar al día siguiente. Sí había premura, urgencia y era necesaria cierta velocidad al momento de generar los contenidos para salir al día siguiente en diarios impresos, pero había esa capacidad de reflexionar y de indagar más sobre acontecimientos, especialmente aquellos que eran delicados, como es el caso de un sismo, cuando se va a tratar de informar sobre daños, vidas o muertes de seres humanos. Y aun así, caíamos en errores e imprecisiones.
La información moderna a través de la tv o de la infinidad de dispositivos que nos permiten ver información a través de una pantalla vía internet, hoy no permite esa reflexión, ese análisis o digestión de la información. Y si a eso le añadimos la tendencia a la “espectacularización” de la noticia, damos con la idea de que hoy esos informativos caminan sobre un delgado filo, en el que hay un riesgo constante de caer en el abismo de la ambigüedad, la desinformación o la falsedad.
Esta urgencia informativa y su tendencia a hacer noticias-espectáculos, también impacta a las fuentes de información que muchas veces no tienen la capacidad de poder responder con claridad y celeridad a estas urgencias informativas. En caso de “Frida Sofía”, esta fuente descontrolada fue el equipo encargado del rescate de los cuerpos y sobrevivientes de la escuela Rébsamen, encabezada por la Marina Armada de México.
Los medios, ávidos de información y de ganarse el raiting, buscan con fruición la declaración de los actores centrales del hecho informativo y ser los primeros en hacerlo. La noticia-espectáculo que hoy domina la escena informativa de la tv mexicana, eso exige. Para los reporteros de la tv sería ideal poder entrevistar a un difunto antes de exhalar su último aliento.
Hemos sido testigos en este hecho y en otros muchos más, como “sagaces” reporteros se acercan a familiares de alguna víctima mortal, para preguntarle “qué siente” con la muerte, casi siempre súbita y accidental, de su ser querido. ¡Pues es claro que van a aflorar los sentimientos de tristeza infinita! Pero en la búsqueda de esa noticia-espectáculo ¡Eso es oro molido! Después los editores se encargan de darle ritmo, le meten unos violines llorones de fondo y es una pieza maestra de la “información”.
En el caso de “Frida Sofía”, las fuentes informativas directas, eran los pobres rescatistas que después de estar horas en una situación de extremo estrés y fatiga, salían a contar lo que vivían, o más bien lo que ellos creían que vivían. Después la autoridad castrense encargada de conducir estas lastimosas y riesgosas tareas, solo les quedaba aceptar como ciertas esas versiones iniciales.
Al periodista Loret, ahora le hago las siguientes preguntas: ¿Es periodísticamente importante recurrir a esto para informar? ¿Es necesario y periodístico entrevistar a las víctimas y familiares en su máximo momento de dolor? ¿Se informará mejor metiendo una cámara en las ruinas y enfocar a las víctimas vivas o muertas? ¿Es ético y positivo hacer periodismo de esa manera?
Sin afán de dar clases de periodismo y con el respeto que merece como informador y generador de opinión, le digo que es necesario volver a las bases fundamentales del periodismo:
Sé que es difícil como periodistas ser totalmente objetivos; pues somos sujetos y no objetos, estamos a expensas de nuestra subjetividad, pero para eso hay reglas en el periodismo. Y una de ellas es buscar siempre distinguir con claridad lo que es INFORMACIÓN, de lo que es OPINIÓN.
Además en temas delicados y de la mayor importancia, NUNCA quedarse con una solo fuente informativa, como la reportera Danielle Dithubide lo señala en una de sus explicaciones que dio en la tv, que la indicación era recurrir solo a fuentes oficiales. Para temas como cifras de muertos y heridos, pues es claro que la fuente oficial es primordial. Pero no debe ser única. Tal vez si hiciéramos periodismo en Suiza o Francia, estaría bien sólo quedarnos como las fuentes oficiales ¿Pero en México?
A las dos o tres horas de la presunción del caso “Frida Sofía”, era para que se hubiese buscado los datos precisos, no para darlos a conocer o ir a entrevistar y retratar el sufrimiento familiar, sino sólo para comprobar su existencia; y tenían a la mano a autoridades educativas para corroborar el hecho y no quedarse con lo que dijo un sufrido y exhausto rescatista. Información falsa que desde el primer día de la tragedia ya se había asomado, con la búsqueda de un niño “Víctor”, que tampoco existió. Fueron más de 48 horas de desinformación en tiempo real ¡Esto en la era de híper comunicación!
Lo que está sucediendo es que, en efecto estamos híper comunicados, pero no por eso bien informados. La avalancha de medios de comunicación que hoy inundan nuestra vida cotidiana, lejos de hacernos sujetos mejor informados nos está convirtiendo en seres confundidos y por momentos seres incapaces de tomar las mejores decisiones.
Yo creo que en Facebook y en general en las redes sociales no se hace periodismo per se, se hace una labor de comunicación y de marketing, pero no de periodismo; la diferencia es que en los medios profesionales periodísticos se tienen filtros, reglas de confirmación de datos, trabajo de edición y jerarquización, contraste informativo, etcétera. Eso es lo que hace la diferencia.
Yo pienso que sí hay que analizar el tono de la información, entender que hacer periodismo es una responsabilidad social, que si bien la información se ha mercantilizado, esto tienen límites éticos a los que los informadores debemos ajustarnos.
En el periodismo “el fin no justifica los medios”.