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Posts Tagged ‘libertad de pensamiento’

 

José Luis Benítez Armas

Mucho se habla en los medios acerca de la libertad de expresión, el derecho a la información, la censura, etcétera ¿Pero qué es la libertad de expresión en los medios de comunicación? Para empezar hay que distinguir la libertad de pensamiento, de expresión y la libertad de prensa en México.

La libertad de pensamiento no se puede legislar, pues el estado no puede supervisar el cerebro de sus ciudadanos. Por lo menos hasta ahora. La libertad de expresión está garantizada con el derecho constitucional a tener y compartir ideas filosóficas, políticas, sociales o religiosas de cualquier tipo. Claro está, siempre y cuando en su ejercicio no se atente a la moral pública, se cometa o se incite a cometer delito alguno, se dañe a terceros o no se altere el orden público. Habría que precisar o más bien actualizar lo que entendemos primero por moral; el daño a terceros y finalmente alterar el orden público. De ser así, puede ser que sólo con la limitante de no cometer delito alguno, sea suficiente.

Seguimos: la libertad de expresión es el derecho de cualquier ciudadano para opinar, decir o hablar de cualquier tema o asunto. Nos remitimos a la constitución mexicana:

“Art. 6º. La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público”. (A este precepto se le adicionó la siguiente parte por decreto de fecha 1º. de diciembre de 1977: “…el derecho a la información será garantizado por el estado”)*

Pero otra cosa muy diferente es si esa opinión o punto de vista “merece” difundirse en algún medio de comunicación. No es lo mismo ejercer nuestra libertad de expresión en una conversación de sobremesa, en una aula universitaria, en una asamblea partidista, etcétera; y otra muy diferente plantarse expresar tus opiniones, acusaciones o reflexiones, en un medio masivo de comunicación.

Siempre habrá un filtro que aplican todos medios para seleccionar el material que publican, hasta los que se dicen más plurales y más representativos de la opinión pública; siempre habrá un tamiz el cual ponen los que dirigen los medios, para decidir qué material se publica y cuál no; no hay ningún medio que no aplique esta restricción. Además están en su derecho.

Así pues, esta libertad de expresión tiene en los propios medios y sus muy particulares criterios, el primer filtro que hace que esta no sea “total e irrestricta”. La libertad de expresión es acotada de alguna manera, al ejercer los medios su derecho a seleccionar el material que publica o presenta, es decir ejercer su libertad de prensa.

Entonces surge la pregunta: aquellos periodistas o comunicadores que se oponen a cualquier legislación en torno a la información y los medios, ¿a qué idea de libertad de expresión “total e irrestricta” se refieren?

La idea de ejercer la libertad de prensa con la premisa de “dejar hacer, dejar pasar”, como hasta ahora lo ha hecho la administración federal actual –es decir, que es mejor permitir que se excedan los medios, a regularlos–, es primeramente peligrosa para los propios medios, pues ahora la labor periodística se ha visto en medio de fuertes problemas y conflictos sociales, y cada vez con más frecuencia se presentan casos de agresiones a trabajadores de los medios.

Por lo tanto, debemos entender que la labor informativa debe estar en un marco jurídico, como lo están muchas otras actividades como la medicina, la ingeniería civil, la química o cualquier otra actividad que implique una responsabilidad. Los medios podemos darnos un código ético como sucede en los profesionales de otros rubros, pero esto no se contrapone con la creación de una ley que coloque claramente derechos y obligaciones de los medios.

Dicho lo anterior, hacemos las siguientes preguntas: ¿porqué la labor periodística tendría que estar exenta de una regulación jurídica, como la tienen cualquier otra actividad? Porqué después de todo, ¿quién o qué le da a los medios el derecho de seleccionar el material que publica?

Hay quien afirma que sólo con el código de ética y con el tiempo, la prensa encontrará como por generación espontánea su lugar y su credibilidad y el amable lector y la audiencia, castigará con su indiferencia a aquellos medios que abusen, que tergiversen, que pierdan su objetividad.

Tener este marco jurídico va a permitir que cualquier ciudadano se defienda si se siente afectado por alguna información o por el ejercicio informativo; pero también va permitir que los periodistas tengamos los elementos legales para defender nuestro trabajo de cualquier abuso, ataque o censura.

El tema es difícil y complejo, sin embargo creo que es necesario que en este marco de transición democrática, los medios también reflexionemos sobre la conveniencia de hacer cambios y adecuarlos a los nuevos tiempos. Es por el bien de la sociedad y de los medios.

Cualquier ciudadano tiene derecho a expresar sus puntos de vista acerca de cualquier tema y de hecho en las reuniones familiares son comunes las discusiones políticas de sobremesa en donde todos expresamos nuestros puntos de vista, especulamos sobre la corrupción, sobre la UNAM, sobre la carestía de la vida, y demás. De hecho los mexicanos ejercemos este derecho en nuestros hogares, centros de trabajo y lugares de reunión social.

En el caso de los medios, nos enfrentamos ante la cuestión de que si el ejercer el derecho a la información, es que cualquier ciudadano tenga derecho a hablar de cualquier tema en cualquier momento.

En sentido estricto y apegándonos al artículo de la constitución mexicana antes mencionado, podríamos decir que sí, que cualquier debería de ejercer el derecho a decir o escribir a través de algún medio de lo piense de tal o cual cosa. Pero entonces los medios de comunicación serían insuficientes para darle espacio a las opiniones distintas y diversas que cualquiera de los millones de ciudadanos pueden tener.

Evidentemente esto es imposible; así las cosas los medios de comunicación por obligación y por organización «nos reservamos el derecho de admisión». Digamos que nos adjudicamos el derecho de seleccionar las opiniones que se publican. Claro que hay una serie de espacios para ejercer derechos como el de réplica –es decir la oportunidad de responder en el mismo espacio a alguna información en la que se vea uno involucrado–, las cartas al director, que obligan a casi todos los medios –desgraciadamente hay excepciones sobre todo en medios electrónicos en cuyos casos aún no hay una legislación específica– a dar oportunidad de responder a acusaciones o menciones que puedan perjudicar a un ciudadano.

Así pues, los que trabajamos en los medios tenemos que ejercer el derecho de seleccionar el material que se publica o se trasmite; luego entonces no podemos permitir que se publique todo lo que nos envían. ¿Pero esto es una flagelación a la libertad de expresión?

Claro que no, porque si permitiéramos que todos opinaran de todo y sobre todo, los medios serían una «eterna cena de negros», un ensordecedor trinar de opiniones que difícilmente podría ser digerido por un lector, un radioescucha o televidente.

Así podemos aventurar algunos apuntes para acercarnos a una definición de lo que es la libertad de expresión.

La libertad de expresión al igual que la tolerancia, se ejerce; es decir, cada día y ante cada hecho, en nuestro trabajo periodístico se pone y se pondrá siempre a prueba nuestra tolerancia y apoyados en esta y en el equilibrio, podremos ejercer responsablemente la libertad de expresión.

Así pues, la máxima expresión de la libertad de expresión no es que cualquiera pueda orinarse en las paredes tapizadas de propaganda priista; sino externar con razones y con hechos, críticas y comentarios, a favor o en contra, para defender o censurar, etcétera.

Así los medios ya rebasamos aquella etapa en la que, ejercer el derecho a la información era hablar mal del PRI o del gobierno. Esa era la prueba de fuego para que cualquier medio verdaderamente comprobara que era independiente y que ejercía su libertad de expresión.

Hoy hablar mal del gobierno puede ser tan rentable como antes era hablar bien de él. Y de hecho hay medios de información cuya línea editorial es precisamente esa.

Que un medio de comunicación se proponga defender el ideario de un partido político, cualquiera que este sea, no es malo de suyo. De hecho hay diarios en todo el mundo que son los medios oficiales de expresión de partidos políticos. Lo mismo también en el caso de que un medio se proponga alabar y defender al gobierno, no es malo de suyo. Lo malo sería que todos los medios se dedicaran a defender a un solo partido o a alabar al gobierno, como de hecho sucedía en nuestro país hace algunos años.

Hoy es diferente. Encontramos en los medios de comunicación, lo mismo diarios o medios críticos y otros dispuestos a defender al gobierno. El mito de que al presidente de la república o la virgen de Guadalupe no se les tocaba, ha caído. Hay diarios como La Jornada, que se dedican sistemáticamente a hacer escarnio a través de caricaturas, del primer mandatario, sin que nadie diga nada. Pero insisto, esto no es malo ni negativo, al contrario, eso demuestra que en México, sí se ejerce la libertad de expresión.

Los medios en conjunto ofrecen a la sociedad una variedad de puntos de vista, en los que se aprecien opiniones diversas y contrarias en muchos casos. Así las cosas, por fortuna podemos asegurar que nuestro país ha avanzado mucho en eso.

*Texto escrito en el año 1998, pero que recoge inquietudes que a pesar del tiempo siguen siendo vigentes, aunque algunas otras refleciones estimo ya están rebasadas. Con todo creo que es rescatable.

 

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